change.org y demás

Cada vez son más numerosas y poderosas las plataformas web que permiten a los ciudadanos y organizaciones “ciberactuar”, como Change.org, care2Avaaz, actuable… La mayoría no se autodefinen como ONGs aunque muchos medios y personas las denominen así, puesto que se trata de organizaciones que no son gubernamentales, que en su mayoría no tienen ánimo de lucro y cuyos objetivos se pueden aproximar mucho a los de una ONG.

Su funcionamiento es sencillo: cualquier persona u organización puede crear una petición, y todo aquel que quiera podrá apoyarla, cuantos más apoyos tenga, más posibilidades de triunfar tendrá. Y ¿qué son las peticiones? Las peticiones son peticiones de cambio de una situación con la que estás disconforme, ya sean relativas a injusticias sociales, derechos civiles, ecología, transparencia política o de todo tipo de organizaciones, etc. Estas peticiones han de estar dirigidas a una persona, entidad u organización a la que se le reclama algo que cambiar.

Lo cierto es que es increíble lo que se puede lograr con un pequeño gesto de cada uno de nosotros que tan sólo requiere unos pocos datos personales (la cantidad de datos necesarios depende del caso y de la plataforma, a veces es suficiente con un correo electrónico). Por ejemplo, hace un par de meses la estadounidense Molly Katchpolle consiguió con su petición a través de change.org y 300.00 apoyos, que The Bank of America (el mayor banco de EE.UU) dejara de cobrar a sus clientes una tasa de cinco dólares mensuales por el uso de su tarjeta de crédito.

Es cierto que las peticiones y los triunfos suelen ser sobre asuntos relativamente “pequeños”. Por ejemplo, no se permite acabar con el hambre en el mundo, hay que actuar sobre cosas más concretas, pero resolviendo pequeñas injusticias, se van sumando granitos de arena. Además, la “justicia” y trascendencia no siempre es entendida igual. Actualmente existe una petición también en change.org  para que la revista People reconozca que el actor Ryan Gosling debería haber sido el hombre vivo más sexy de 2011 y no Bradley Cooper, y dicen: “Together we can right this wrong”. Aunque pueda sonar a broma, tiene ya 5.000 apoyos.

La trascendencia en la sociedad de estas plataformas está aumentando de una forma exponencial en los últimos años. El boom parece haberse dado en el 2007, año en el que se fundaron plataformas como change.org, causes o Avaaz, aunque, por ejemplo, ya en 1998 se puso en marcha Care2. Hoy en día, Care2 tiene casi 15 millones de usuarios, Avaaz.org 10 millones, y change.org 5 millones. actuable, plataforma en español creada a penas hace un año, ha conseguido ya un millón de usuarios.

Comentaba al principio que se podían ver estas plataformas como una especie de ONG, pero independientemente de ello, es evidente el gran potencial que tiene como herramienta para las ONGs, que pueden sacarle un gran provecho y de hecho así lo están empezando a hacer. Por ejemplo, desde la home de actuable se puede acceder fácilmente a las peticiones creadas por distintas ONGs como Ayuda en Acción, Acción Contra el Hambre o Ecologistas en Acción.

De hecho, algunas ONGs han visto un gran potencial en estas “ciberacciones” y han decidido crear una sección en su propia web para incluirlas. Es el caso, por ejemplo, de Greenpeace (“ser ciberactivista”) y Amnistía Internacional (“Actúa”). De todas formas, creo que las ONGs no deberían cerrarse tanto y deberían aprovecharse de estas plataformas webs comunes y de otras redes sociales para conseguir sus objetivos. Para empezar, la cantidad de gente que acceda y se entere de tu petición para después apoyarla, va a ser mucho mayor en estas plataformas, que en la web de una ONG concreta.

En cualquier caso, se podría pensar que esta no deja de ser una recogida de firmas cualquiera. Sin embargo, está resultando ser mucho más efectiva que la recogida de firmas tradicional. Para empezar, porque es online y por tanto es en sí más fácil de propagar la voz y en sí firmar, como que requiere menos esfuerzo a la gente. En este sentido muchas ONGs y otras organizaciones ya hace tiempo que hacen recogida de firmas digitales para cosas concretas. No obstante, estas plataformas tienen una gran ventaja y es que en ellas se acumulan gran cantidad de peticiones y así el usuario, cuando accede a la web puede buscar y apoyar todo lo que le interese. En cuanto a la propagación, reconocen tener grandes aliadas en las redes sociales. Además, si por ejemplo la plataforma permite enviar individualmente un mail de apoyo a quien se esté exigiendo algo, parece que no pero el recibir 30.000 correos supone una mayor presión que tan sólo una lista final.  Por tanto, tanto la propagación, como el apoyo y el resultado final, se ven altamente beneficiados con esta nueva forma de acción social.

A. Aguilera

FOTODENUNCIA y su declive

El 6 de marzo de 2008 Greenpeace España puso en marcha el ambicioso proyecto fotodenuncia, un espacio en internet en el que cualquier ciudadano puede denunciar cualquier tipo de agresión medioambiental que observe en territorio español.

La idea es muy sencilla: una persona descubre una irregularidad medioambiental, le saca una foto, entra en fotodenuncia.greenpeace.es, acepta las condiciones de participación, y sube su foto con un pequeño comentario y especificando en qué lugar ha sido tomada. En un momento ha colaborado con su propia fotodenuncia.

El resultado es espectacular, pues Greenpeace ha aprovechado el servicio Google Maps para darle una unicidad visual a las denuncias, gracias a la cual el internauta puede observar como España, en toda su extensión, se va llenando de denuncias de todo tipo. Esto dota, sin duda, de gran poder visual a la iniciativa. Además se permiten filtrar las denuncias según versen sobre aguas, bosques, cambio climático, contaminación, costas o transgénicos.

Este servicio sirve, pues, tanto para dar voz sobre esta clase de asuntos al ciudadano de a pie, colectivos y asociaciones, de una forma fácil hasta ahora inexistente; así como para dar a conocer, a todo aquel que esté interesado, cómo, exactamente, el medioambiente español está siendo atacado.

Se puede intuir el gran potencial de esta herramienta web en cuanto a participación y concienciación ciudadana se refiere. De hecho su arranque fue prometedor: 205 situaciones  denunciadas en los primeros siete días.

Sin embargo, y desgraciadamente, a pesar de su relativo éxito durante los primeros meses de vida, éste parece haberse ido evaporando a lo largo de estos más de tres años.  Los medios han dejado de hablar de esta iniciativa, nadie parece ya recordarla y tan sólo se mantiene gracias a unos pocos fotodenunciantes que se niegan a desistir.

¿Qué es lo que ha pasado para que un proyecto tan ambicioso como este se haya visto arrastrado al olvido en poco más de tres años? Aunque nosotros desde aquí tan sólo podemos hacer suposiciones, todo parece apuntar a la poca trascendencia que las denuncias han logrado tener.

Greenpeace ya advirtió desde el inicio (y así se refleja en las condiciones de participación) que el envío de una denuncia, no implica ninguna responsabilidad ni acción por su parte. No obstante, por ejemplo, tras la publicación de la fotografía, la organización envía al fotodenunciante un mail con recomendaciones sobre cómo puede denunciar formalmente la situación y a qué medios puede acudir para poner de manifiesto que existe dicho problema y que es necesaria una solución.

También se intentó dar protagonismo a las fotodenuncias seleccionando cada semana una de ellas como motivo de inspiración de un artículo que sería publicado en su blog. Sin embargo, conforme pasaban los meses, el tiempo entre publicación y publicación de estas entradas aumentaba,  hasta que, hace menos de un año, se decidió trasladar el blog, que era editado inicialmente en la plataforma wordpress, a la propia web de la organización, dando sepultura al tema. Creyeron oportuno, aprovechar la “renovación” para, al menos temporalmente, desterrarlo (salvo por un único y último artículo).

La cuestión es que no se ha conseguido, ni se ha tenido especial voluntad, en pasar a un segundo plano de acción.  Esto ha impedido que el proyecto adquiera especial trascendencia y  ha mermado considerablemente la motivación y participación de los usuarios. Otra explicación más optimista sería que se han agotado los temas de denuncia, cosa verdaderamente improbable, pero que ojalá fuera cierta.

Sea por la razón que sea, es una verdadera pena que se eche a perder una iniciativa con tantas posibilidades como esta.  De hecho harían falta más servicios, que valiéndose de las enormes posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías web, potencien la colaboración ciudadana, pero que verdaderamente sirvan de algo. Esperemos que Greenpeace no deje morir fotodenuncia, que se de cuenta de la poderosa herramienta que tiene entre sus manos y le de una segunda y más pletórica vida.

A. Aguilera